martes, 20 de abril de 2010

La atención social y los medios de des-información



Por Carlos A. Díaz–Tufinio

En los últimos meses, la vida sociopolítica y económica de nuestro país ha sido, sin lugar a dudas, extremadamente intensa; catástrofes naturales, incidentes armamentísticos terribles, asesinatos y muertes desafortunadas, chismes políticos, accidentes aéreos, entre otros muchos eventos, parecen estarnos conduciendo a un creciente caos. Y en medio de estas oleadas de hechos desafortunados nos encontramos estudiantes y gente trabajadora, a quienes varias veces pueden no afectarnos directamente estos acontecimientos, pero algunas otras veces impactarnos muy de cerca. Ya sea una u otra situación, los medios de información tienen como labor mantenernos al tanto y destacar las noticias importantes; desafortunadamente, en esta tarea también suelen dirigir las miradas a hechos controvertidos de importancia bastante menor a los realmente importantes, distrayendo la atención de la sociedad y desatando polémicas normalmente basadas en suposiciones infundadas sobre asuntos que se prestan para esto.

En nuestros días, es bastante penoso notar que el destape o la dudosa sexualidad de un personaje público (¿resultan familiares nombre como Lady Gaga o Ricky Martin?) es una noticia más relevante y de mayor consulta que las muertes de estudiantes inocentes o tiroteos en sitios de nuestro país donde la gobernabilidad se ha perdido, situaciones desafortunadamente cada vez más frecuentes. Nuestro mundo hoy está girando a un ritmo más acelerado que hace 10 ó 15 años y, como sociedad educada y afortunada, no nos podemos dar el lujo de perder el tiempo y de distraer nuestra atención de la manera en la que nos lo dictan los medios. Debemos de aprender a reconocer aquellas cosas que valen la pena ser escuchadas y evaluar sólo los aspectos que nos conduzcan a una reflexión social mucho más profunda. La colaboración de todos nosotros y nuestro análisis e implementación de acciones son indispensables para el mejoramiento de nuestra situación actual, pues nuestro país -y el mundo- nos necesita.

Quizá sea un arma de doble filo la gran conectividad que tenemos como sociedad hoy en día, pues ciertos riesgos derivados de este exceso de comunicación se vuelven inminentes. Estos peligros se materializan y -es evidente hoy- merman nuestras capacidades de análisis y acción potencialmente, pues se ocupan las redes sociales principalmente para propagar chismes y primicias de artistas o para pasar horas interminables compitiendo con otros usuarios para ver quién gana haciendo crecer animalitos virtuales o fertilizando vegetales que no podrán alimentar a nadie. Tras los múltiples acontecimientos que están desgastando la estructura social ya de por sí endeble, me parece indispensable que nosotros como jóvenes transformemos este tipo de medios de comunicación en herramientas útiles para difundir opiniones valiosas, para unir nuestras voces y lanzar un grito de cambio y ya no más de conformismo y pasividad.

Por otro lado, causa una gran tristeza ver cómo se ha modificado la vida latente de las noticias en los medios que nos informan. Se ha llegado al punto de que lamentables tragedias con connotación de alerta para la sociedad no perduren 4 días en los periódicos, mientras que incidentes futbolísticos (¿caso Cabañas?) o detectivescos (¿caso Paulette?) puedan durar más de 3 semanas en las páginas principales y titulares. Esto se desprende principalmente del amarillismo, fines de lucro de la información y a la tergiversación de hechos, causando una desafortunada tendencia a que la opinión pública se concentre en indagar asuntos dudosos y oscuros, sin fundamentos y cuyo análisis no nos conduce a ningún cambio benéfico para el país.

¿Cuál es entonces una propuesta de solución ante este problema de mal enfoque de la información? Ayudemos a cambiar la mentalidad de la gente que se dejan llevar por la inercia de los noticiarios y no desplacemos hechos importantes por noticias basura o distractores intencionales, es decir, no quitemos el dedo del renglón en aspectos que nos dañan como sociedad; procuremos utilizar los medios de comunicación disponibles para investigar e informarnos correctamente y no nos guiemos ciegamente por la opinión publicada; en resumen, concentremos nuestras capacidades en forjar una opinión pública inteligente, analítica, propositiva y no conformista. Si logramos cambiar nuestra actitud respecto a la información que nos llega y nos preocupamos también por buscarla y difundirla en los sitios adecuados, la unidad, capacidad crítica y acción serán una constante en nuestro entorno y sólo así seremos capaces –en un futuro esperemos no muy lejano- de proponer acertadamente las soluciones para todos aquellos problemas que están por venir.

miércoles, 14 de abril de 2010

El TEC marcha por el cambio


Por Cinthya Fernández

El pasado domingo 11 de abril, alumnos, profesores y padres de familia del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, así como de otras instituciones educativas, participaron en el evento denominado “Movimiento por el cambio” en la ciudad de Monterrey. El objetivo de este movimiento fue, en protesta por la paz, dar a conocer el documento titulado "Pronunciamiento y propuestas para mejorar la seguridad en México” realizado por alumnos y docentes del Tecnológico de Monterrey. Con ello, se inició una cruzada por la seguridad de México.

El slogan del movimiento fue “Yo soy el cambio”. Esto nos orilla a retomar lo que hemos escuchado toda la vida, el cambio comienza con uno mismo. Y es justo en este punto donde debemos detenernos. Lo hemos escuchado, dialogado, analizado, recalcado, repetido, pero ¡NO HEMOS ACTUADO! ¿Cuántos de nosotros seguimos siendo indiferentes y apáticos?

Ignoramos a alguien que copia en un examen, a alguien que tira una envoltura en la calle, a alguien que le falta el respeto a una autoridad, a un delincuente que pasa frente a nosotros después de asaltar a un vecino, a un estudiante asesinado dentro de su institución educativa. Y peor aún, después de ignorar, olvidamos.

Es momento de dejar de pensar y comenzar a actuar. Si sumamos pequeños logros, cada vez será mayor el impacto que generemos. Si queremos que México cambie, cambiemos nosotros. Lo primero que debemos hacer es generar es conciencia en uno mismo. Si queremos mayor seguridad, dejemos de hablar por celular mientras caminamos por la calle, no viajemos en automóvil con el vidrio abajo y los seguros de las puertas arriba, no nos desplacemos a través de zonas poco transitadas en horarios nocturnos, no utilicemos reproductores de música a la vista de la gente, etc.

El siguiente paso será en nuestros círculos más cercanos, familia, vecinos, amigos, compañeros de escuela o trabajo. Formemos brigadas de vigilancia y promovamos la cultura de denuncia. Si nos desplazamos en automóvil hacia la escuela, trabajo o camión escolar invitemos a algún amigo o vecino que viva cerca y que sepamos que no cuenta con dicho medio de transporte. Una vez que logremos esta integración y conciencia, será más sencillo ampliar el alcance de las medidas ya tomadas y expandir hacia colonia, delegación, etc.

Finalmente, es necesario que la cultura de la queja quede atrás trabajando en la cultura de la información. Para poder proponer es necesario conocer. Conocer NO es “haber oído por ahí que…” sino, haber investigado las leyes, las reformas, las noticias y los documentos de primera mano para generar propuestas viables, conscientes y fundamentadas capaces de producir los resultados esperados.

Esta cruzada por la seguridad en México apenas comienza, para darle fuerza adoptemos el slogan, hagámoslo una forma de vida. Cambiemos con el firme propósito de lograr con ello que México cambie, no seamos indiferentes y no olvidemos, no dejemos de actuar sólo porque esto “comenzó en Monterrey y yo vivo en Quintana Roo, por lo tanto a mí no me compete”, México somos TODOS. Yo soy el cambio así como yo soy México. Cambia y México cambiará.