México está viviendo una de las presencias de la ausencia más arrasadoras. La ausencia de seguridad pública, que llamándose a sí misma sistema judicial, lo vemos, existe, pero no está. Antonio Sustaita, en su trabajo “Fantasma inverso”, denomina esta acción de desaparición muy acertadamente “que el observador resulte incapaz de ver un cuerpo que sí está, un cuerpo tangible, es opuesto al fantasma. A este caso voy a llamarlo el del fantasma inverso”. Tenemos un fantasma inverso en México, o más bien una flotilla de fantasmas inversos, aquellos que rigen el gobierno, el sistema jurídico y penal e incluso la sociedad misma. Un Sistema Ejecutivo, que lejos de ejecutar acciones en pro del pueblo que lo eligió mantiene intereses personales y económicos ajenos a su país, en un sistema que estando no está. Un sistema judicial que ha abandonado sus responsabilidades y se ha dedicado a atemorizar a la sociedad a quien debe proteger. Finalmente, un sistema legislativo cuyas leyes no se entienden, no se acatan, no están.
Aunado a lo anterior, la aparición de la ausencia se ha acrecentado en México, por poner una fecha algo burda podemos comenzar con las desapariciones de mujeres en Ciudad Juárez (aunque sabemos que la ausencia de legalidad ha existido desde los inicios de la construcción de nuestra “República”) en 1993 con 3400 feminicidios al mes de febrero de 2011, sin contar todas aquellas cuyos cuerpos no han sido hallados. He aquí la aparición de una serie de desapariciones muy importante y crucialmente característica a la cual se suma la aparición de la desaparición de la legalidad, el 77% de estos feminicidios han quedado impunes.
Didi-Huberman afirma que, para ver, deben cerrarse los ojos, debemos cerrar los ojos ante la atrocidad de los crímenes que ocurren día a día no sólo en Ciudad Juárez, sino en todo México; pero este cerrar de ojos es interiorizar las causas que conllevaron a dicha problemática para buscar soluciones óptimas y concretas; es decir, cambiar nuestra visión como ocurre cada tanto en el arte. Esa relación dialéctica del arte con la sociedad donde el artista cambia su visión en tanto que su entorno se transforma, este cambio interno del artista produce una obra que impacta a la sociedad, misma que vuelve a impactar al artista.
Jena Clair dice en De Immundo. Apophatisme et apocatastase dans l’art d’aujourd’hui que “todo hombre es un artista”; como ciudadanos somos artistas, artistas de nuestra propia vida manteniendo una estrecha relación entre los cambios sociales y nuestro comportamiento, la pregunta es, ¿Cuál es nuestra visión de México hoy en día con las ausencias institucionales y gubernamentales que nos “rigen”? Lo anterior, lo podemos ejemplificar con la Constitución, cuando ésta es “un objeto que, siendo inexistente, gozando sólo de una existencia simbólica, sirve de sustituto para una ausencia” (Sustaita, “Ausencia ocupa lugar de la presencia”), la ausencia de la legalidad.
La sociedad también sufre una representación del fantasma inverso como “una enfermedad de la modernidad, el poder disciplinario en el que vive” (Sustaita, 2008). Esta enfermedad ocasiona que los ciudadanos se vuelvan ausentes de su mismo entorno, que su abstracción se vuelva la concreción de su ser, es decir, que se desenvuelvan en una realidad intangible, aquella de sus pensamientos y/o ideales, no de su país. El México que queremos y creemos “conocer” no está, existe en tanto que somos mexicanos y vivimos según reglas y condiciones normativas aparentemente ejecutadas, pero en realidad es una abstracción, es la existencia de la ausencia de República. En tanto que nos concienticemos de la realidad ausente de nuestro México, mejores decisiones podremos tomar para devolverle a esa desaparición un estatus tangible. Recordemos que la desaparición le da mayor peso a lo existente, depende de nosotros aprovechar esa avalancha de información generada en torno a esta desaparición para hacerlo reaparecer o dejarlo morir desvanecido y sin rastro.